Paso la puerta de embarque y me dispongo a entrar en el avión…
¡Buenos días! Y sigo por el pasillo en busca de mi asiento… Cinturón puesto, asiento en posición vertical, mesita plegada,…todo perfecto y preparado para iniciar el vuelo…
Ya estamos en el aire, está cayendo la tarde…y con el paso del tiempo, las luces ‘ahí abajo’ se van encendiendo… Vidas ajenas a todo lo que conozco…vidas solitarias, vidas en familia…al fin y al cabo vidas…
Apoyada en la ventanilla, buscando la posición más cómoda, voy pensando con la mirada perdida, en la cantidad de historias que hay bajo mis pies…sin alcanzar a imaginar que puede pasar en cada una de esas “pequeñas lucecitas”.
Unas acompañadas por otras, lo que hace suponer que es una gran población, una ciudad, un pueblo… Otras solitarias, en medio de la oscuridad, la cual tan sólo se rompe por una hilera de “puntitos naranjas” que hacen suponer que se trata de una carretera, un camino de acceso…a una vivienda, finca,…
Ahí estoy, en el asiento que me han asignado, fascinada por la gran cantidad de historias que pueden existir en el mundo…de las que yo sólo alcanzo a vislumbrar unas pocas desde el avión, una mínima parte de (en este caso) el territorio español…
…Esto me hace pensar, me hace reflexionar…
Debemos aprovechar cada minuto, cada oportunidad que nos da la vida… Tenemos que disfrutar de cada momento, y aprender de los errores, de aquellos momentos negativos o malas experiencias, porque eso es lo que tenemos…nuestra vida, nuestra gente, nuestro destino… “lo nuestro”… lo único realmente único para cada ser humano…
Somos un “puntito”, una “pequeña lucecita” más, una vida de esas que nunca conocerá y quizás…ni siquiera se preguntará…<quién y cómo vivirá ahí>, aquella persona que va sobrevolando nuestras cabezas, observando por la ventanilla y…
…Con la mirada perdida desde el cielo…
-.Jessi Morata.-
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